domingo, 4 de octubre de 2015

ARCÁNGELES

                                  ARCÁNGELES                                                                               Miguel: (Ap 12:7-9) "quien como Dios". Venció y expulsó a Satanás del cielo.
Gabriel:
(Lc 1:11-20; 26-38) "el que gobierna o mensajero de Dios".
Rafael:
(Tobit 12:6, 15) "el que cura o sana". El arcángel cercano a los hombres para aliviarlos en su dolor y sufrimiento                                                                                                  
                San Uriel  Su nombre significa: "Fuego de Dios"
Se le representa con una espada en el jardín del Edén. Se lo considera al Arcángel puesto por el Padre Eterno a las puertas del Paraíso con su Espada de Fuego, Aquel que expulso a Adán y Eva.   

           San Barachiel ó Baraquiel  Su nombre significa: "Bendición de Dios"
Pedimoa a San Barachiel, nos proteja de caer en la pereza, la indiferencia a las Cosas Santas, en la mortal tibieza; y liberen a las almas por las que rezamos, o nos rodean, del pecado capital de pereza y la mortal caída en la tibieza indiferencia.                                                           
           San Jehudiel   Su Nombre significa: "Alabanza de Dios":
Combate el espíritu de la envidia y de celos. El espíritu de la envidia se dirigió contra María Santísima, porque de ella debía salir la Encarnación de la Divina Persona. Su envidia lo empujó en contra del Decreto de Dios. El pecado de envidia es celoso del bien del prójimo. Una vez en el Antiguo Testamento, sus hermanos querían quitar de en medio a José por envidia, porque era el hijo predilecto de Jacob. La envidia cegó a los fariseos frente a la Santidad y al poder milagroso de Dios. Su envidia se transformó en odio en contra del Señor y lo condenó a muerte. Nosotros logramos vencer la envidia con el amor a Dios, a sus mandamientos y al prójimo, con la benevolencia, aceptando y reconociendo al prójimo.
              San Saeltiel   Su Nombre significa:  "Plegaria a Dios":
Se lo representa con las manos juntas en oración profunda o con el incienso de adoración, representando así su unión gozosa con Dios

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